sábado, 27 de julio de 2013
viernes, 12 de julio de 2013
Incertidumbre.
Estado
de activación que se produce cuando nuestro cuerpo o mente, no detecta muy claras las
consecuencias a las que nos va a llevar lo que estamos realizando o lo que
vamos a realizar.
Es un
estado fisiológico, necesario, enriquecedor, y extraño. Sobre todo esto último.
Llega a
nosotros cuando nos atrevemos a salir de nuestra zona de confort, o dicho de
otro modo, cuando nos probamos a nosotros mismos (inconscientemente) para ver
hasta donde somos capaces de llegar por conseguir una meta, o simplemente un
hecho concreto correspondiente a ese momento de la vida.
La
incertidumbre suele surgir tanto ante las dificultades o adversidades, como
cuando las cosas van bien y sobre ruedas. Es decir puede tomar diversas formas
además de variadas intensidades, dependiendo de la situación y la personalidad
del sujeto que la “padezca”.
Nuestras
pequeñas decisiones cotidianas determinan nuestro futuro, lo queramos admitir o
no, es así. Y estas pueden estar condicionadas por nuestro estado de activación
anteriormente citado.
Si la
incertidumbre aparece es porque estamos cerca (o profundamente inmersos)
de vivir una experiencia diferente, enriquecedora y gratificante.
No creas que es algo negativo, ni mucho menos.
Es tuya. Sólo tuya. Detéctala, saboréala, manéjala, dale forma y ¡Disfrútala!
Es tuya. Sólo tuya. Detéctala, saboréala, manéjala, dale forma y ¡Disfrútala!
Bajo mi
punto de vista, es fundamental tener una mentalidad positiva por todas las
dificultades que puedan intentar anteponerse en nuestro camino:
Lo
fácil es aburrido. La incertidumbre te fortalece y te enriquece.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)